Entender el lenguaje de los perros cuando están
enfermos es más sencillo de lo que parece. El siguiente artículo te muestra una
guía rápida para identificar su comportamiento y algunos aspectos ante
problemas de salud que pueden aquejarle.
Los primero y más visible se encuentra en su
aspecto físico, si conoces a tú mascota y eres observador/a podrás identificar cuando
hay alguna dificultad médica. Aquí se presentan algunas pautas a mirar, es importante que si notas algunas de estas alertas
no esperes demasiado, a veces acudir lo antes posible a la clínica veterinaria hace
la diferencia en su recuperación.
Color de las encías.
Aunque entre distintas razas las tonalidades de
las encías varían, lo cierto es que los
colores normales en un perro sano son rosado y salmón. Si
se tornan pálidas o blancas, amarillas, grises o azules, podrían estar
indicando un malestar importante. La palidez usualmente es signo de anemia,
presión arterial baja y una posible hemorragia interna. El color amarillo puede
indicar ictericia, mientras que el grisáceo
o azulado es síntoma de falta de oxígeno en la sangre.
Si
le pica, se rasca…
Si al tirar la piel de su lomo permanece
estirada, es probable que tenga una falta
de hidratación importante. La resequedad se expresa a
través de la aparición de caspa, picazón recurrente u opacidad y pérdida de
pelaje, entre otras. Esto responde a la ausencia de grasas y agua necesarias
para el pelo. En ocasiones puede ser resultado de un concentrado inadecuado.
Irritaciones.
Además del posible enrojecimiento que
puede provocar la piquiña por resequedad, debe prestarse atención al lugar en
que se producen las irritaciones y sus rasgos aparentes. Si se da en el tronco
inferior, desde las caderas hasta la base de la cola, la causa puede ser la
presencia de pulgas o
garrapatas. De ser en el hocico, la cabeza, las orejas, el vientre y las patas,
puede responder a una alergia.
El enrojecimiento, supuraciones o rasquiña en heridas de la piel, suelen ser
síntomas de una infección cutánea.
Masas
y protuberancias.
Los perros también son propensos a la presencia
de tumores
benignos y malignos. Por esta razón es fundamental
aprender a reconocer qué tipo de masa tienen. Los primeros son los que se
encuentran con mayor frecuencia y pueden variar entre quistes sebáceos,
causados por una secreción glandular del perro; lipomas, que son bultos grasos
típicos de la edad mediana; verrugas, que aunque son causadas en perros jóvenes
por una infección viral, no son de alarmarse; bultos de sangre conocidos como
hematomas, producto de una lesión; abscesos que se generan alrededor de una
herida y ayudan a combatir infecciones; y pápulas que son producto de una
irritación de la piel que puede ser alérgica.
En cuanto al grupo de tumores malignos, están
aquellos producidos de las células de los mastocitos, que si bien pueden
controlarse, pueden resultar cancerosos. Estos son comunes en la piel, las
patas traseras, el tórax y la zona genital.
Kilitos
de menos…
Este aspecto requiere especial atención, pues
aunque el peso en los perros puede variar por diversas razones. La pérdida o aumento repentino es
signo de problemas, por lo que es recomendable en
cualquiera de los casos acudir al veterinario. Diabetes, tenias, problemas de
la glándula tiroides, dolores bucales, mala digestión y cáncer, son algunas
causas de la disminución abrupta de peso. Ocasionalmente, el embarazo también
lo produce en las hembras durante la primera etapa de gestación.
¡Ese
pelo es mío!
Aunque los perros mudan de pelo en promedio dos
veces al año, hay pérdidas que son irregulares. Esto puede reflejar desde
cambios hormonales, una alimentación inadecuada, alergias y estrés, hasta un
lamido compulsivo, diabetes o sarna.
Sube
la temperatura.
Para identificar si tu mascota tiene fiebre, es
importante dejar claro que la
nariz no siempre es el mejor indicador. Esta puede pasar
de estar húmeda y fría a seca y caliente, lo que no necesariamente es una
alarma. Debido a que detectar la fiebre al tacto es difícil, es ideal que si
hay sospecha de que el perro es víctima de algún malestar, se mida la
temperatura con un termómetro. Si esta supera los 39 °C, le
recomendamos acudir al veterinario para diagnosticar la causa. Lee: Temperatura perruna.
Algo no anda bien…
Con la cabeza. Dada su agilidad y buenos reflejos, no es
difícil percibir cuando un perro tropieza frecuentemente, se encuentra
desorientado o inclina la cabeza más de lo normal. Si alcanza a tener
convulsiones, espasmos e inconsciencia, puede tener un problema del sistema
nervioso.
Por
un dolor. Aunque algunos perros presentan una resistencia
alta al dolor y otros chillan con mayor facilidad, en la mayoría podemos
identificar que tienen una lesión grave si, por ejemplo, persiste por más de un
día una cojera
o rigidez de sus extremidades. Lo anterior se expresa,
usualmente, a través del rechazo a caminar o moverse. En estos casos, cabe
observar si se manifiesta alguna inflamación o lesión. Si el dolor se ubica en
el cuello o el hocico, se evidencia con babeo o problemas para masticar los
alimentos.
En
el estómago. Debido al apetito –mezclado con curiosidad– las
mascotas pueden ingerir alimentos y objetos que resultan perjudiciales para su
estómago. Comúnmente, la diarrea o el vómito, que se deriva de esto, desaparece
antes de 24 horas. Por eso, se debe prestar atención si los síntomas persisten
por más de ese lapso de tiempo. La hinchazón abdominal puede ser parte de algo
más grave.
Al
respirar. Los perros también son propensos a infecciones
o fallas respiratorias. Usualmente se presenta tos aguda, secreción nasal,
jadeos frecuentes y ruidos mientras respira.
Al
deponer. Las heces permiten determinar si hay presente
algún malestar en nuestra mascota. Si hay dificultad o diarrea, y si se
evidencian rastros de sangre, quiere decir que su sistema digestivo no está
funcionando del todo bien. Defecar u orinar en lugares prohibidos a pesar de
estar amaestrados puede ser un síntoma de falta de control de su sistema de
evacuación. Lee: Guía para entender las deposiciones de tu perro.
ESTE NO SOY...!!!
En el comportamiento también se encuentran
señales de alerta que, en algunos casos, pueden incluso parecer gestos,
movimientos o ruidos cómicos. Lo cierto es que son el mecanismo que las
mascotas utilizan para darnos a entender que se sienten mal.
-
Gemidos: llora
persistentemente, sin que las cosas que por lo general lo calman, como comer o
salir, surtan efecto.
- Letargo: es
un estado de somnolencia prolongada, que presenta torpeza e insensibilidad.
- Irritabilidad: gruñe
con facilidad y se muestra agresivo con otros animales y personas.
- Agitación: jadeo
acelerado sin causa aparente.
- Actitud huidiza: busca
apartarse y permanecer en soledad.
- Comportamiento
dependiente: algunos, por el contrario, buscan
compañía de sus amos más de lo que normalmente lo harían.
Artículo
retomado de la revista 4patas: Hocicos vemos malestares no sabemos.